A partir de 1970
el gobierno británico había encargado a la Universidad de Birmingham)
una serie de relevamientos geológicos en el área de Malvinas, a fin de
determinar la existencia de petróleo en el subsuelo. Hacia mediados de
la década el resultado acumulado de estas investigaciones sostenía una
moderada probabilidad de que en efecto existieran hidrocarburos en las
aguas cercanas al archipiélago.
Varias empresas petroleras británicas centraron su atención en la zona.
Al hacerse públicas las intenciones británicas de proseguir la
exploración, la cancillería argentina emitió el 19 de marzo de 1975 un
duro comunicado en el que dejaba en claro que el país no reconocía al
Reino Unido ningún derecho en materia concerniente a los recursos
naturales:
Teniendo en cuenta que las Islas Malvinas y dichas áreas forman parte
integrante del territorio nacional, el gobierno argentino manifiesta
que en ellas no reconoce ni reconocerá la titularidad ni el ejercicio
de ningún derecho relativo a la exploración y explotación de minerales
o hidrocarburos por parte de un gobierno extranjero. Por consiguiente
tampoco reconoce ni reconocerá y considerará insanablemente nulos
cualquier actividad, medida o acuerdo que pudiera realizar o adoptar
Gran Bretaña con referencia a esta cuestión que el gobierno argentino
estima de la mayor gravedad e importancia.
El gobierno argentino considerará, además, la materialización de actos
de la naturaleza antes mencionada, contraria a las resoluciones y
consensos sobre las Islas Malvinas adoptadas por las Naciones Unidas,
cuyo claro objetivo es la solución de la disputa de soberanía entre los
países por la vía pacífica de las negociaciones bilaterales.
Las relaciones entre los dos países se deterioraron rápidamente. Al mes
siguiente el nuevo embajador británico hizo saber al canciller Vignes
que ante cualquier ataque argentino a las Islas el Reino Unido
respondería con la fuerza militar.
La Argentina respondió el 12 de octubre de 1975 que cualquier
innovación con fines económicos sería motivo de fuerte rispidez en el
ámbito binacional, haciendo peligrar la solución pacífica del
diferendo; esta advertencia argentina no rindió frutos: el 16 de
octubre el gobierno de Su Majestad confirmó el envío a las islas de una
misión económica oficial encabezada por Lord Shackleton.
El Ministerio de Relaciones Exteriores respondió que no concedía
permiso oficial a la misión Shackleton, argumentando que las acciones
unilaterales británicas sobre las Islas eran incompatibles con las
negociaciones que bajo supervisión de la ONU intentaban dirimir el
conflicto de su soberanía.
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