A mediados de Enero, luego del combatir con la escuadra anglo-francesa
en dos oportunidades en La Vuelta de Obligado, el general Lucio
Norberto Mansilla colocó ocho cañones ocultos bajo montones de maleza,
250 carabineros y 100 infantes en los barrancos de la costa comprendida
entre el convento de San Lorenzo y la punta del Quebracho.
A mediodía del 16 de enero aparecieron el vapor inglés HMS “Gorgon”, la
corbeta francesa Expeditive, los bergantines HMS “Dolphin”, “King” y
dos goletas armadas en la Colonia del Sacramento, los cuales sumaban 37
cañones de grueso calibre y acompañaban a 52 barcos mercantes
artillados.
Al enfrentar el poblado de San Lorenzo, la Expeditive y el
Gorgon hicieron tres disparos a bala y metralla sobre la costa para
descubrir la fuerza de Mansilla. Los soldados argentinos permanecieron
ocultos en su puesto, según la orden recibida. Cuando todo el convoy se
encontraba en la angostura del río que se pronuncia aguas arriba de San
Lorenzo, Mansilla mandó romper el fuego de sus baterías dirigidas por
los Capitanes José Serezo, Santiago Maurice y el Teniente Coronel de
Marina Álvaro de Alzogaray. El ataque fue certero; los buques mercantes
rumbeaban desmantelados hacia dos arroyos próximos, aumentando con el
choque de los unos con los otros las averías que les hacían los cañones
de tierra.
A las cuatro de la tarde el combate continuaba recio todavía, y el
convoy no compensaba lo andado con sus grandes averías. Favorecido por
el viento de popa y tras los buques que vomitaban sin cesar un fuego
mortífero, el convoy invasor se aproximó al Quebracho.
Aquí había reconcentrado sus fuerzas Mansilla, donde siguió batallando
hasta la caída de la tarde, cuando desmontados sus cañones y
neutralizados sus fuegos de fusil por el cañón enemigo, el convoy pudo
salvar la punta del Quebracho, con grandes averías en los buques de
guerra, pérdidas de consideración en las manufacturas y 50 hombres
fuera de combate.
El Contralmirante inglés Inglefield, en su parte oficial al
almirantazgo británico dice que “los vapores ingleses y franceses
sostuvieron el fuego por más de tres horas y media; y apenas un solo
buque del convoy salió sin recibir un balazo”.
La pérdida de los argentinos fue esta vez insignificante, y Mansilla
pudo decir con propiedad que “habíale tocado el honor de defender el
pabellón de su patria en el mismo paraje de San Lorenzo que regó con su
sangre San Martín al conducir la primera carga de sus después famosos
Granaderos a Caballo”.
La táctica de Golpear y Correr en San Lorenzo:
El comandante británico del HMS Philomel describió así el
ataque argentino en San Lorenzo:
“Mansilla había preparado todas sus fuerzas para atacar al convoy y
sabiendo ahora que las baterías fijas no servirían, dado que las
localizaríamos, adoptó un plan mas astuto: utilizar artillería móvil.
Tenía aproximadamente doce cañones de campo de grueso calibre y cerca
de dos mil hombres en los acantilados de San Lorenzo los cuales tienen
cerca de 4 millas de largo y setenta pies de alto (7,5 kilómetros y 21
metros de alto sobre el nivel del río). Los barcos debían pasar dentro
de un cuarto de milla (450 metros) de los acantilados. El terreno era
plano y no se podía ver nada desde el río salvo el acantilado de forma
tal que sus hombres estaban a salvo del fuego de nuestras naves.
Se aproximaron los sesenta navíos. El HMS Dolphin lideraba la primera
división del convoy, Key en el HMS Fanny en la siguiente división y
Hope cubriéndoles la retaguardia.
Las armas argentinas continuaban llegando al acantilado
mostrando solo sus bocas, disparaban y retrocedían, cargaban nuevamente
y reaparecían en un nuevo sitio. De esta forma cañonearon al convoy
durante tres horas impactando a cada navío varias veces. Uno de los
bergantines mercantes tuvo 34 impactos. El HMS Firebrand
sufrió 22 impactos, cuatro a través de su chimenea. Gracias a la
Providencia no murió ninguno de los tripulantes de los 60 barcos y en
el HMS Firebrand solo hubieron dos heridos.
El enemigo manejó tan bien su artillería que fue prácticamente
imposible localizarlos con nuestro fuego. La boca de fuego de sus
cañones se evidenciaba solo un momento e inmediatamente se
desplazaba de forma tal que antes de que preparáramos nuestros cañones
ellos ya habían disparado y desaparecido. El HMS Dolphin y el HMS Fanny
dispararon cincuenta tiros al igual que la corbeta francesa Coquette
pero no le causaron al enemigo ningún daño.
El enemigo disparó en forma admirable y manejaron sus cañones como la
mejor artillería del mundo. Entre nuestros barcos habían muchos navíos
estadounidenses. Más de 60 aliados fueron heridos o muertos. Varios
navíos fueron impactados, entre ellos la barzaza británica Caledonia
con mercaderías valuadas en 100.000 pesos, parte de la cual
fue salvada cuando las tropas de Mansilla extinguieron el fuego abordo
de un pailebote”.
El Teniente Coronel de Marina Juan Bautista Thorne, 2do Comandante de
Mansilla fue mal herido en su hombro. Al atardecer los
habitantes de Rosario observaron huyendo a la flota Anglo-Francesa. El
HMS Firebrand se detuvo y desembarcó a dos de sus hombres que habían
sido heridos gravemente en la Vuelta de Obligado. Los cirujanos
británicos debieron amputar una de sus piernas. Las acciones en San
Lorenzo, El Tonelero y en la Angostura del Quebracho le pusieron fin a
la navegación extranjera por nuestros ríos. Nunca más habría de
repetirse un convoy de ocho meses de duración.
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