El enemigo frente a
casa
Submarinos
Británicos en Malvinas, Post 82
Mayo 2010
La aparición del HMS “Sceptre”
en la base naval de Simonstown, Sudáfrica, el día 6 de abril de
2010, confirmó los rumores ventilados en el tabloide británico “The
Sun”, acerca que dicho submarino nuclear había sido despachado al
Atlántico Sur para proteger los intereses de la reina en la zona.
Recuérdese que, durante el mes
de febrero y marzo, existieron algunos cruces diplomáticos y mucha
propaganda, en tanto empresas autorizadas por el Reino Unido
comenzaron a realizar trabajos de prospección petrolera en aguas
circundantes a Malvinas.
Lo que obvió decir “The Sun”, es que el HMS “Sceptre” no fue el
primer submarino que “visitó” nuestras aguas luego del conflicto de
1982. Y seguramente, tampoco será el último.
La “Atlantic Patrol Task (South)”:
La británica “Patrulla Atlántica (Sur)” es la encargada de proveer
presencia marítima en la zona que comprende las Malvinas, las
Georgias y las Sándwich del Sur, y se compone desde hace varios años
de un destructor o fragata, un buque logístico de la Real Flota
Auxiliar (RFA) y de un patrullero de altura.
Los dos primeros son despachados desde el Reino Unido y se
encuentran la mayor parte del año en el área. Durante el tiempo que
no se encuentran allí, el protocolo igualmente impone que siempre
debe haber un buque de guerra a catorce días de navegación, o menos,
de las Islas Malvinas. El patrullero es generalmente un buque
pequeño (hoy el HMS “Clyde”, antes uno de la clase “Castle”) que
posee su base directamente en Malvinas.
A dichos medios hay que sumar
la presencia no tan vistosa de un submarino de ataque, el que es
enviado a intervalos regulares. Los movimientos de estos, como
siempre, no se publicitan, aunque, cada tanto y deliberadamente se
desliza en la prensa su presencia.
Obviamente, esto hace a la definición misma de la disuasión, que
implica que el potencial enemigo tenga algún conocimiento de los
medios y capacidades que podría enfrentar en caso de hostilidades.
Retazos de historia:
El conflicto Malvinas tuvo un final ciertamente atípico. Si bien el
Gral. Menéndez rindió las fuerzas bajo su comando inmediato, lo
cierto es que dicho acto no comprendió a las fuerzas del ejército,
armada y fuerza aérea en el continente, las que, técnicamente nunca
se rindieron y, fácticamente se encontraban en capacidad de reanudar
sus ataques.
Dicha circunstancia llevó a que fuera de relevancia la presencia
naval británica en el área Malvinas durante la inmediata posguerra,
incluyendo a varios submarinos convencionales y nucleares, entre
ellos el nuclear HMS “Warspite”, que llevó a cabo una extensa
patrulla de semi-guerra frente al litoral nacional, así como al
convencional HMS “Orpheus”, al comando de Mark Stanhope, hoy Primer
Lord del Mar.
Podría decirse que el estado de paranoia británico explotó en los
primeros días de mayo de 1983, cuando fueron enviados medios
submarinos adicionales a los fines de contrarrestar un “raid”
argentino que se esperaba para el día 25 de ese mes. Por supuesto,
dicho ataque jamás se materializó – si es que alguna vez existió más
allá de alguna mente trasnochada en Londres.
Es interesante hacer notar que el arma submarina británica se mostró
especialmente “ofensiva”, aunque sustancialmente discreta, durante
sus despliegues al Atlántico Sur en la década del `80.
Aprovechando las excelentes capacidades de los submarinos
convencionales clase Porpoise / Oberon, se llevaron a cabo, a lo
largo de esos años, una serie de operaciones de recolección de
inteligencia, las que siguen estando mayormente clasificadas.
Así las cosas, recuerda un submarinista:
“La principal tarea del “Opportune” en el despliegue a Malvinas fue
la desarrollar tareas de inteligencia, así como proveer alerta
temprana para proteger a las islas de nuevas acciones hostiles.
Hicimos largas patrullas a lo largo de la costa argentina, observé
varios edificios de departamento por el periscopio, pero no parecían
muy amenazadores” (Andy Sudgen, submarino clase “Oberon” HMS
“Opportune” – mediados de los ´80)
Para tales avistamientos el submarino debió penetrar obligadamente
en aguas territoriales argentinas.
Estas tareas de recolección de inteligencia involucraron también
operaciones de desembarco de SAS / SBS en la Patagonia, tal como
parece sucediera en el año 1987 a través del submarino HMS “Sealion”,
que ingresó a Gosport con un “Jolly Roger” (la bandera de las tibias
y la calavera) y dos dagas.
La daga en la bandera “pirata” representa, tradicionalmente y vale
decirlo, que se ha realizado una operación de comandos frente a la
presencia del enemigo. No cabe agregar mucho más…
Un esbozo de patrulla:
Durante toda la década que comenzó en 1980, la Royal Navy tuvo en su
flota tanto a submarinos convencionales como nucleares.
Los primeros, limitados en su
autonomía, atracaban en Mare Harbour (Puerto Yegua), en las mismas
Islas Malvinas, y su despliegue poseía una duración total aproximada
de tres meses.
Los de propulsión nuclear, sin embargo, raramente emergían (y
tampoco lo hacen ahora) en toda su patrulla de hasta cinco meses,
aunque si realizaban y realizan visitas de cortesía a países
“amigos”.
Así, más allá de lo que sucediera con el HMS “Sceptre” (que, por
otra parte, ya había estado en Simonstown en 2007), y como otros
ejemplos, el HMS “Spartan” estuvo en Río de Janeiro en el año 2005 y
el HMS “Trafalgar” en el 2006, todos en viaje de o hacia el área de
patrulla Malvinas.
Vale decir que desde la baja
de los últimos “Oberon”, a principios de los años 90, la totalidad
de las operaciones son realizadas por submarinos nucleares,
indicándose que los “Upholder” (los últimos diesel / eléctricos de
la Royal Navy) jamás llegaron a estas aguas.
Bastantes submarinos británicos realizaron su última patrulla
importante, y antes de su baja, en las aguas del Atlántico Sur.
Pareciera que será el caso del “Sceptre” (programada su descomisión
a fines del 2010), así como lo fue para el “Spartan” (que se
encontraba en pésimo estado al arribar a Río de Janeiro) y el “Sealion”.
Desafíos para el futuro:
Resulta por lo menos inquietante que submarinos de una potencia
extranjera se hayan paseado y se paseen por nuestro mar, y muchas
veces ingresen a nuestras aguas. Sería deseable que las autoridades
potencien las capacidades de nuestra Armada Argentina, a los fines
de disuadir (o por lo menos hacer menos agradable) las visitas de
quienes no son llamados y menos queridos.
Además de ello, resulta indignante que los gobiernos brasileño y
chileno cobijen abiertamente en sus puertos a quienes nos espían,
vigilan y amenazan. Argentina debería formular las protestas
correspondientes, para que en el futuro no se facilite la tarea a
los submarinos británicos.
El tener intrusos a propulsión
nuclear a pocos kilómetros de nuestra costa continental, armados con
misiles crucero del tipo Tomahawk (que tienen alcance para batir
blancos en casi la totalidad del territorio nacional), y que en el
pasado (y porque no ahora) han servido de plataforma para
actividades en nuestro suelo, es un asunto serio. Y requiere una
respuesta seria, y por los canales adecuados, de nuestra dirigencia.
Esperemos que ello pronto suceda, para que los únicos submarinos que
naveguen por estas aguas sean los propios.
Por Mariano Sciaroni
04/05/10
EL SNORKEL
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