UT 80.2.2
- EMBARCADA EN EL
PORTAVIONES ARA “25 DE MAYO”.
Eran las
ocho de la mañana
del 5 de mayo de 1982, el
lugar, la sala de “pilotos listos” de nuestro portaaviones en navegación por
el Atlántico Sur; ultimábamos los detalles para volar otra de las tantas
misiones antisubmarinas que se realizaban permanentemente desde a bordo para
la defensa de nuestra Flota de Mar.
Observé
las miradas entusiastas, animosas, de nuestros circunstanciales asesores,
aquellos que debían decirnos algo y las de aquellos otros que con respeto y
en silencio también aportaban con su presencia; éste era un gesto que me
ligaba a mis afectos.
Así
quedamos habilitados para subir a la “cubierta de vuelo” especulando sobre
las probabilidades que teníamos de convertir esta misión en una cacería
exitosa, cazar al cazador por excelencia de los mares, el submarino, aquello
del cazador cazado.
Qué
emoción sentimos los marinos antisubmarinos ante la posibilidad de
frustrarles dramáticamente la elaborada maniobra a los submarinistas, cuya
característica es que ejercen la iniciativa en silencio, con sorpresa. Qué
premio a la constancia, a la persistencia, a los esfuerzos de tantos otros
marinos que trabajaron persuadidos de la necesidad de desarrollar esta
capacidad, la capacidad aeronaval antisubmarina embarcada, diurna y
nocturna.
Ésta (conocida por nuestros primeros aviadores navales, argentinos que hace
tiempo en el frente europeo acompañaron a las fuerzas aeronavales de los
EE.UU. durante la Primera Guerra Mundial) constituye un verdadero lance
entre el avión y el submarino, donde el aviador naval, ante todo conocedor
del mar y de la actividad en un submarino, intenta pensar o suponer cómo el
táctico submarinista está planificando su ataque; es evidente que nosotros
nos desarrollamos profesionalmente conscientes de la gran responsabilidad
que asumimos en cada vuelo tendiente a evitar el ataque submarino; certero y
letal para las unidades navales, es evidente también que el convivir a bordo
hora tras hora, día tras día, nos convierte a todos los integrantes de la
escuadrilla en un apéndice adecuadamente motivado y fiel representante de
las necesidades por todos compartidas.
Mientras
tanto y como era mi costumbre, repasaba mentalmente las sensaciones vividas
en mi anterior catapultaje, en la última misión que habíamos realizado la
tarde del 2 de mayo, cuando acompañado por el Teniente de Navío Rafael
“Yeti” Sgueglia y los Suboficiales Lencina y Paulinkas volamos el Tracker
2-AS-26.
Esa
misión nos brindó la satisfacción del deber cumplido en otra disciplina, la
exploración antisuperficie, al poder confirmarle a nuestro Comandante, el
Sr. Contraalmirante Walter Allara, embarcado con su Estado Mayor en el buque
insignia, la posición del grupo del portaaviones inglés al que le
presentamos batalla aquel inolvidable 1º de mayo.
Ésta fue
la última detección de la flota inglesa portaaviones vs. portaaviones, y la
obtuvimos por sucesivas MAE (Medidas de Apoyo Electrónicas). Consistía el
procedimiento elegido en medir con un analizador de espectro de laboratorio
las intensidades de las señales radioeléctricas que emitían los radares
control aire de los ingleses. Estos radares pertenecían a los destructores
de la clase 42, HMS Sheffield, HMS Coventry, Glasgow, Exeter… etc., buques
escoltas para la defensa aérea de los grupos de portaaviones. Volábamos
hasta igualar la intensidad de las señales de los radares ingleses a la
intensidad de los radares propios, pertenecientes a nuestros destructores
ARA Hércules y/o ARA Santísima
Trinidad de la misma clase, y así conociendo la distancia a los nuestros
lográbamos deducir la distancia a ellos siempre a igual intensidad de señal.
Por supuesto que estábamos siendo controlados positivamente por nuestra
fuerza y lógicamente, supongo, también identificados por la fuerza enemiga.
Recordaba
que en ese vuelo alcanzamos a visualizar por última vez a nuestro buque de
búsqueda y salvamento el aviso ARA Alférez Sobral, que mantenía una
navegación estable con rumbo Este.
Evoco lo
fácil que nos fue reconocerlo por su color gris naval y su pequeña silueta
de remolcador oceánico, muy familiar en nuestra Armada por las múltiples
tareas y servicios indispensables que siempre han realizado en pos de
asegurar nuestra soberanía; ellos han dejado su recuerdo imborrable en la
extensa y poco conocida historia naval argentina. Personalmente no sabía de
qué buque se trataba y tampoco que su Segundo Comandante era mi ex compañero
y amigo el Teniente de Navío Sergio Bazán.
Por otra
parte estoy convencido que el Grupo de Tareas inglés no aceptó el combate
que le presentamos aquel 1º de mayo pues no iban a comprometerse en una
batalla aeronaval y naval que resultara tal vez definitoria. No correrían el
riesgo de enfrentar a las fuerzas más importantes del enemigo,
consecuentemente continuaron con el cumplimiento del objetivo planificado
que
no era precisamente el de confrontarse
contra una fuerza de portaaviones por primera vez en la historia desde la
guerra del Pacífico, optando por maniobrar (la maniobra es una
verdadera arma en el mar) aumentando la distancia y protegiéndose por sus
submarinos nucleares, interponiéndolos entre ellos y nosotros gracias a su
velocidad y a la información satelital diurna y nocturna que asumíamos que
ya les proporcionaban los EE.UU.; todos sabíamos que nuestra oportunidad era
efectivizar un ataque aeronaval mientras nos encontráramos en distancia para
ello.
Pero
también en esta oportunidad, al detectarnos próximos, era lógico asumir una
posible incursión de nuestras fuerzas de igual manera que lo habían hecho el
1º de mayo, y nosotros estábamos desapareciendo de sus pantallas radar justo
en el área donde navegaba el ARA Alférez Sobral, cuya misión era ir al
rescate de náufragos, en este caso dos pilotos de la Fuerza Aérea eyectados
y perdidos el día anterior, sin saber que esa noche serían detectados por un
helicóptero Sea King británico en función de explorador antisuperficie y
posteriormente atacados por dos helicópteros Sea Linx misilísticos.
Y así, cumpliendo con el alistamiento de nuestro Tracker y casi sin darnos
cuenta, le informábamos al “jefe de cubierta de vuelo” que estábamos listos
para ser catapultados iniciando la misión que sustancia estas líneas.
Tripulaciones intervinientes
A las
07:05 hs fue catapultado el avión antisubmarino de exploración y de búsqueda
y rescate, Tracker S2E, 2-AS-23.
Estos
aviones, fabricados por la empresa Grumman de los EE.UU. en la década del
cincuenta constituyeron nuestro pilar antisubmarino embarcado y también el
embrión de los principales estudios, desarrollos y experiencias que la
Aviación Naval requiere sobre todos los aspectos técnico-científicos propios
de las características del mar que hacen a la guerra antisubmarina.
Primero
fueron los Trackers modelo S2A incorporados al portaaviones ARA
Independencia en 1962 y luego al ARA 25 de Mayo en 1970, y que fueron
reemplazados por los más modernos S2E en 1978. Actualmente la Escuadrilla
cuenta con estos mismos aviones S2E modificados en nuestros talleres a la
versión S2T (Turbotracker); son tripulados por piloto, copiloto/oficial
control de operaciones y por dos operadores de sensores correspondientes a
los puestos Nº 3 y Nº 4.
La
tripulación del 2-AS-23 estaba integrada por mi compañero y amigo el
Teniente de Navío Carlos “Charlie” Cal, comandante ASM (antisubmarino),
tricenturión (haber efectuado más de trescientos enganches a bordo) y
señalero (aviador naval que guía los aviones para los enganches a bordo), su
copiloto era el Guardiamarina Gustavo “Gachi” Ferrari, el piloto más joven
de la escuadrilla, el Suboficial Rodolfo Lencina y el Cabo Segundo Enzo
Panaritti. Estaba configurado en versión explorador y tenía la misión de
buscar al aviso ARA Alférez Sobral.
Pero a las 07:43 hs, visualiza y detecta un contacto chico en latitud
44º20’(S) y longitud 64º40’ (W) y al dirigirse a investigarlo, “Charlie”
alcanza a visualizar la estela del
periscopio de un submarino yendo a inmersión con rumbo norte, a quien
ataca lanzando un torpedo antisubmarino y se mantiene vigilante a la espera
de la directiva de nuestro control, el portaaviones, quien le ordena
continuar con la búsqueda del Sobral. Éste fue ubicado más tarde sobrevolado
por un helicóptero de la Fuerza Aérea y navegando precariamente en procura
del Puerto de Río Deseado con severas bajas y muy averiado.
A las
08:05 en respuesta a la detección del submarino realizada por “Charlie”,
ordenan despegar al helicóptero antisubmarino de guardia, un SH-3 Sea King
provisto con sonar ASQ-13A diseñado para operaciones activas, el 2-H-231,
tripulado por los tocayos Iglesias, Osvaldo y Guillermo, “Tarzán” y “Oaki”,
ambos Tenientes de Navío y comandantes antisubmarinos experimentados. Como
operadores de sus sensores van el Teniente de Fragata García y los
Suboficiales Ponce y Ramos.
El
helicóptero estaba configurado en versión ASM (antisubmarina) y su misión
fue destacarse para realizar todas las operaciones aéreas navales necesarias
tendientes a la reobtención del contacto submarino del Tracker 2-AS-23.
A las
08:47 hs despega otro helicóptero Sea King, con similar configuración, para
completar la sección (unidad operativa básica) esta vez el 2-H-232,
tripulado por el Capitán Norberto “Rufo” Barro, Comandante de la
Escuadrilla, con el Teniente Antonio Urbano y lo hacen con la orden de
apoyar las acciones del 2-H-231. Y a las 08:48 hs lo hacemos nosotros con el
avión Tracker 2-AS-24, esta vez con el Teniente de Navío Carlos “Chingolo”
Ferrer, también comandante antisubmarino como yo y un querido amigo, los
Suboficiales Raimondo y Cufre como operadores 3 y 4, y fuimos enviados para
continuar la explotación del contacto obtenido por el avión de “Charlie”,
por supuesto, configurados en versión ASM (antisubmarina).
Principales sucesos de la operación antisubmarina
El
helicóptero 2-H-231, de “Tarzán”, inicia su táctica antisubmarina acústica
pasiva, desarrollada al efecto por la unidad a fin de avenirse a los
requerimientos operativos impuestos para el Grupo de Tareas, arriando su
sonar y efectuando los sucesivos saltos imprescindibles para cubrir el área
elegida; estos tripulantes, dando una sobrada demostración de capacidad
profesional operando en sección reactualizan con tácticas, procedimientos y
planes aéreos en pasivo la posición del blanco llamado el “punto dato” a
09:10 hs, permitiendo así la prosecución de las acciones con todos los
medios en la zona, dos helicópteros y un avión en latitud 44º27’(S) y
longitud 64º19’(W).
El
helicóptero 2-H-232 de “Rufo” se debe mantener en apoyo de las operaciones
al presentársele inconvenientes con su sonar, pero manteniendo listos sus
torpedos, cuestión que retiene en su posición al 2-H-231 y revaloriza la
función del 2-AS-24; nosotros nos incorporamos sembrando 3 sonoboyas en una
trayectoria Alfa, obtenemos rumor hidrofónico de una hélice en las tres
sonoboyas lanzadas (estas sonoboyas tienen una línea sonar compuesta de 8
hidrófonos que transmiten a la aeronave todos los sonidos que captan del
océano a diferentes profundidades a través de emisiones de baja potencia) y
luego logramos, guiados por el helicóptero de “Tarzán” y “Oaki”, 9 contactos
MAD (sigla en inglés correspondiente a Detector de Anomalías Magnéticas),
que calificamos como de “no submarino” y que nos dibujan una derrota
coherente con rumbo sur/sureste.
Este instrumento, el MAD, se compensa
en función a las líneas de fuerzas magnéticas terrestres y está diseñado
para detectar cualquier alteración que a estas líneas produce algún otro
elemento metálico, que no necesariamente pertenece a un submarino, ya que
pueden ser los restos de un naufragio, una boya perdida, etc.
Estas
señales magnéticas tienden a ser reducidas artificialmente por el hombre
mediante las compensaciones Degaussing (tendientes a anular los efectos de
los componentes magnéticos) a que son sometidas todas las naves en general y
particularmente las de guerra; esto resulta una característica fundamental
en los submarinos que se denomina su “firma magnética” que, como la huella
digital, es original e identificatoria,
¿cómo sería en 1982 la “firma magnética” de un submarino clase Oberon
considerando que uno de ellos, el HMS Onyx es el primero en la historia de
las construcciones submarinas cuya cubierta y partes son de fibra de vidrio
y aleaciones de plástico?
Cada
señal MAD va acompañada por el lanzamiento de una marca de humo que dibuja
sucesivos puntos, una línea sobre el mar, que es la que está navegando ese
elemento submarino en inmersión (como se visualiza en la obra del pintor
aeronáutico Carlos A. García).
Es
entonces que llegamos de esta manera a cumplir con los criterios de ataque
que establece la doctrina; estos criterios son necesarios y obligatorios
para habilitar el lanzamiento de las armas. “Chingolo” abre nuestro bombay y
programa un torpedo buscador, MK 44 SW, MOD 1 que lanzamos a las 10:06 en
latitud 44º33’ (S) y longitud 64º16’ (W). Estos torpedos, fabricados por los
EE.UU., poseen una “cabeza inteligente” (llamadas así porque tenían la
posibilidad, en forma autónoma, de ubicar y perseguir un blanco) que emite
con su propio sonar y se autoguían en búsqueda del blanco.
Nosotros
desde la aeronave verificamos que el torpedo efectúe una correcta entrada al
agua, visualizamos su paracaídas de frenado que queda flotando sobre la
superficie del mar, escuchamos sus revoluciones de la hélice y su pin o
emisión sonar, esto nos dice que ya el torpedo ha iniciado su trayectoria de
búsqueda (una espiral descendente) y más tarde escuchamos la duplicación de
este pin sonar junto al aumento en sus revoluciones de hélice. Todo esto
significa que su sistema de guiado ya ha ubicado al blanco sumergido y que
se dirige al mismo.
Así
esperamos segundo tras segundo la explosión del torpedo contra el
submarino…, pero nada, no sucede lo que ansiosamente esperábamos y
deseábamos; nos sentimos frustrados, no hay ninguna explosión, el torpedo
falló, no obstante sí se manifestó un cambio notable de las condiciones del
ruido imperantes en el mar hasta el momento.
Por un
lado, el
fin del rumor hidrofónico, de las
revoluciones de hélice y las cavitaciones en el sonar del
helicóptero y en las tres sonoboyas lanzadas y monitoreadas por nosotros, y
por el otro, el fin simultáneo de todas las señales del funcionamiento del
torpedo en su corrida hacia un blanco (pin sonar duplicado y revoluciones de
hélice); acá, simplemente, los que navegaban por debajo de la superficie
tanto el submarino como el torpedo, dejaron de hacerlo, entonces…
¿qué pudo
haber sucedido?
La
conclusión lógica e hipotética es que el submarino al reconocerse detectado
y atacado haya efectuado una maniobra evasiva de emergencia, cambiando su
trayectoria, por lo general punta abajo para intentar evitar el torpedo,
pudiendo haber colisionado contra el fondo dada la poca profundidad en la
zona y deteniendo su hélice, o también pudo haber sucedido que el torpedo
impactara contra el casco del submarino pero sin detonar su carga explosiva.
Sin
novedad por nuestra parte damos por finalizadas las operaciones
antisubmarinas y ordenamos el regreso a bordo por autonomía (escaso
combustible remanente en las aeronaves). Conscientes que nuestra flota ya
evitó la zona del peligro y que ahora debemos protegerla de una nueva área
hacia donde se dirigirá. Así le actualizamos rumbo y distancia a los
helicópteros que inician su regreso al buque. Son más de las 11:00 hs cuando
nos recibe la voz del Teniente de Fragata Frogone, nuestro controlador a
bordo, y pasamos a concentrarnos en la maniobra del enganche, tema que en
toda ocasión fascina y exige al aviador naval.
Cronología de los sucesos antisubmarinos
07:43
Visualización y eco en el radar de un chico desapareciendo (2-AS-23).
07:45
Visualización de una estela de submarino, determinación del punto dato y
lanzamiento de un torpedo buscador antisubmarino, no verificado, (2-AS-23).
09:10
Reactualización del punto dato (2-H-231 y 2-H-232).
09:15 a
10:00 Rumor hidrofónico, revoluciones de hélices y cavitaciones, 9 contactos
MAD “no sub” (2-AS-24, 2-H-231 y 2-H-232).
10:00 a
10:05 Traqueo coherente y VEC TAC (2-H- 231 y 2-AS-24).
10:06
Lanzamiento de un torpedo buscador, verificado (duplica su emisión sonar y
aumenta su velocidad sin explotar), 2-AS- 24. Cese de todos los sonidos
subaquos posteriores al ataque (2-AS-24 y 2-H-231).
Síntesis de las conclusiones alcanzadas
En el
lapso de 2hs 23m, tres elementos aéreos antisubmarinos embarcados, el
2-AS-23 Tte. Cal, el 2-H-231 Tte. Iglesias y el 2-AS-24 Tte. Fortini, logran
alcanzar en dos oportunidades criterios para el lanzamiento de armas
antisubmarinas.
Estos
criterios se definen por POSSUB Confianza 2 y POSSUB Confianza 3.
El
funcionamiento de los torpedos con cabezas de combate no fueron probados en
el país por no poseer polígono submarino. Sí fueron probados reiteradamente
con cabezas de ejercicio (es decir probados sus sistemas de guiado pero sin
explosivos contra blancos reales) siendo su funcionamiento normal y siempre
controlado por el Taller de Armas Antisubmarinas de la Base Naval de Puerto
Belgrano.
Los
pilotos y operadores de sensores participantes eran idóneos y experimentados
ya que, aproximadamente durante los últimos 10 años, se mantuvieron
políticas institucionales de continuidad en el adiestramiento que
convergieron en la formación de tripulantes muy experimentados y en un
desarrollo importante de flexibilidad y confianza mutua en las operaciones
entre diferentes medios, coincidiendo todos en la creencia de la existencia
de un elemento submarino.
Las
condiciones oceanográficas generales del área de operaciones eran
favorables. El fondo del lecho marino era liso y de arena fina.
En el pos
vuelo realizado a bordo del portaaviones el mismo 5 de mayo durante el
crepúsculo vespertino con todas las tripulaciones participantes (4 de Sea
King y 2 de Tracker) con los respectivos informes, estuvieron presentes
todos los niveles jerárquicos del buque y los correspondientes del Grupo
Aeronaval Embarcado (GAE), y también oficiales submarinistas convocados al
efecto, el Capitán de Fragata Ricardo Aumann –2º Comandante del
Portaaviones– y el Capitán de Corbeta Daniel Geraci –oficial submarinista
adjunto al Estado Mayor del Comandante de la Flota de Mar–, ratificando que
se clasificaban los contactos obtenidos como POSSUB (posible submarino),
Confianza 2 y 3.
Significado
POSSUB
(posible submarino): significa que por la evidencia existente se cree
efectivamente en la existencia de un elemento submarino, pero no se puede
descartar que no lo sea.
Los
grados de confianza van del 1 a 4 (siendo el 4 el más alto).
Diversos y variados comentarios del autor
Por lo
menos seis submarinos británicos participaron en la Guerra de Malvinas;
alguno pudo estar presente en la derrota del ARA 25 de Mayo el día 5 de mayo
de 1982.
Según
información publicada, participaron 5 submarinos nucleares y 1/2
convencionales o diesel, total posible 6/7 elementos submarinos solamente
ingleses.
Esto lo
aclaro porque al submarino cuando opera “no se le reconoce bandera” y son
muchos los indicios que plantearon la concentración en el Atlántico Sur de
submarinos pertenecientes a terceros países no involucrados oficialmente en
el conflicto pero interesados en su desarrollo.
También
hoy se sabe que el Gabinete de Guerra de la Primer Ministro Margaret Tatcher
modificó sus reglas de empeñamiento el 23 de abril para permitir un ataque
submarino al portaaviones ARA 25 de Mayo aún en aguas restringidas, y que el
General inglés Julián Thompson alentaba el ataque a bases aéreas argentinas
continentales a pesar de las recomendaciones y/o condicionamientos en
contrario de los EE.UU.
Comentarios efectuados años después por el Vicealmirante de la Armada
Argentina Benito I. Rótolo nos informan que encontrándose en los EE.UU. e
Inglaterra por razones profesionales, sostiene conversaciones con oficiales
almirantes ingleses de las que rescata varios comentarios sobre la Guerra de
Malvinas, uno de ellos, por ejemplo: “Durante la guerra por las Islas Malvinas, la Real Armada Británica
destinó importantes medios y realizó un persistente esfuerzo para lograr
específicamente la neutralización del portaaviones ARA 25 de Mayo. El
conjunto de estas operaciones incluyeron hasta el estacionamiento de
unidades submarinas en zonas de la propia ría del puerto de Bahía Blanca”.
A quienes
conocen el estilo y la doctrina de la Armada Británica no se les escapa el
uso que dan a sus medios tanto humanos como materiales; porque no confrontan
los medios contra los medios en el proceso del planeamiento, como es clásico
en los procedimientos de las marinas rectoras, sino que planifican con la
singularidad de que comparan sus intenciones contra los medios en oposición,
facilitando que se aplique la iniciativa en niveles inferiores como factor
interesante, aunque discutido.
Por
ejemplo, recordando que nuestra exploración entre el continente y las islas
era muy efectiva, experimentamos el intento de aquellos comandos SAS
(Special Air Squadron) que a bordo de un helicóptero Sea King (Nº 846, del
Lt. Bennett) pretendieron neutralizar las
devastadoras operaciones de los aviones Súper Etendard de la Armada,
que utilizaban la Base Aeronaval Almirante Quijada en Río Grande. Este hecho
quedó evidenciado en el episodio del helicóptero incendiado en cercanías de
la ciudad de Punta Arenas al tener que abortar su misión de regresar a los
comandos SAS, vaya a saber adónde, por no haber podido éstos superar las
medidas de seguridad implementadas en nuestra base, escapando por la
frontera donde los comandos se esfumaron, creemos que a Londres vía Lan
Chile; es evidente que constituye un caso de subestimación, un claro error
de planificación.
Los
pilotos de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina nos caracterizamos por
nuestro espíritu de cuerpo, por conversar y teorizar en nuestras habituales
y entrañables tertulias (consecuencia
de nuestras operaciones nocturnas) sobre todos los aspectos profesionales.
En estas circunstancias, mucho hablábamos sobre las posibilidades en los
modos en que podía accionar el enemigo, o cómo acrecentar nuestras
respuestas individuales ante nuevas situaciones o exigencias.
En estas
charlas nos enriquecíamos muchísimo con las conclusiones a las que
arribábamos en el grupo y que concebíamos en aquellas noches.
Un
ejemplo, el posible estacionamiento de submarinos británicos al oeste de las
islas, una forma para obtener una alerta temprana a los raids de nuestra
aviación, buscando así el tiempo necesario para posicionar favorablemente a
las patrullas aéreas de combate. Es así como algunas ideas que conversábamos
entonces fueron quedando parcialmente demostradas en la medida que conocemos
más sobre las operaciones realizadas por los ingleses
a pesar de los 90 años del secreto
impuesto a esos hechos (medida que es históricamente excepcional en su
extensa tradición bélica).
Un día
del mes de junio, creo que fue el 4, durante un vuelo por la tarde operando
desde nuestro aeródromo de campaña de Río Gallegos con un Embraer 111
“Patrulha” el 2-P-201, aeronave diseñada para el control del tránsito
marítimo alquilada a Brasil, volando en misión de exploración a las Islas
Malvinas, nuestro experimentado operador radar el Guardiamarina en Comisión
Héctor M. Carrizo me alerta de un blanco chico al frente de nuestra
posición, casi a 50 millas náuticas al Este de la ciudad de Río Gallegos, y
observo para mi sorpresa y por instantes la típica silueta del periscopio
que tantas veces vi en nuestro adiestramiento antisubmarino. Lamentablemente
esta aeronave no poseía armas, pero sí estoy seguro que el submarino nos
avistó y que tuvo que actuar en consecuencia para evadir su detección; por
nuestra parte nos elevamos e informamos de la novedad a Río Gallegos
continuando con nuestra misión de circunnavegar las Islas Malvinas
hostigando a las unidades de la flota enemiga con nuestras emisiones
electromagnéticas y a veces con nuestra detección.
Volviendo
al ataque antisubmarino del 5 de mayo, tema central de estos comentarios,
existió una versión oficial de la
propaganda británica en 1982 que propalaba que un submarino convencional
inglés había colisionado seriamente contra una piedra del archipiélago de
las Islas Malvinas o de la Isla Grande de la Tierra del Fuego (hay varias
versiones posteriores), mientras intentaban desembarcar una patrulla SBS
(Special Boat Section, sección de embarcaciones especiales), operación que
no nos consta, pero sí sabemos que durante más de dos años este submarino
permaneció fuera de servicio y en reparaciones. Su nombre era HMSub
Onyx (el S-21), un submarino de ataque de la clase Oberon preparado para
operaciones de inteligencia. Una fotografía posterior al conflicto, expuesta
en una exposición restringida en el Reino Unido, lo muestra en un dique seco
con un torpedo propio atravesado en su proa y su calota (recubrimiento del
casco resistente en forma de proa) totalmente destruida.
La Armada
de la República Federativa del Brasil experimentó un accidente similar al
supuesto (embestir el fondo) con un submarino de la misma clase y
procedencia.La comparación de ambas fotografías resultan llamativamente
similares.
Es
extraño también que los británicos de motu proprio, sin ninguna necesidad,
por propia iniciativa, publiciten una grave impericia en una de sus
embarcaciones como es su colisión, alegando como dato menor y sin
importancia que fue contra una roca por haber utilizado cartografía relevada
por el Capitán James Cook, casi 200 años atrás, que le significó dos años de
inactividad e importantes erogaciones, sin tener una segunda intención, o
será que a la flota antisubmarina por excelencia de la OTAN le hayamos
detectado y neutralizado un submarino, cuando ellos no lograron neutralizar
el único portaaviones que se les oponía y que, como contraparte, tampoco nos
detectaran a nuestros dos únicos submarinos: el ARA San Luis, cerca de las
Islas Malvinas y el ARA Santa Fe (Clase Guppy y veterano de la Segunda
Guerra Mundial) vulnerando el bloqueo a las islas Georgias y cumpliendo así
su misión de reforzarlas; teniendo entonces como última solución que
“enzonificar” el océano (negarle al submarino el uso de su sonar, en base a
la producción constante de ruidos, en este caso mediante el lanzamiento
indiscriminado de cargas de profundidad) para poder acercarse con sus
unidades de superficie a distancia de tiro de las Malvinas y durante las
noches, cuando no volaba nuestra aviación de ataque. Enzonificación que por
otra parte no los podía proteger de los misiles de los buques Exocet MM38
(Misiles Mar Mar mod. 38) trasladados y adaptados por la Armada para ser
lanzados exitosamente desde carretones que fueron remolcados durante las
horas vespertinas a puntos costeros estratégicamente elegidos (caso del
impacto del MM38 en el HMS Glamorgan).
Creo
entonces estar fundamentado, en parte por los comentarios descriptos, para
opinar cómo mantiene plena vigencia aquella sentencia criolla de ¡En la
cancha se ven los pingos!, y realmente no me quedó duda de esta sentencia
algunos años más tarde cuando, en enero de 1991, fui testigo presencial en
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, de cómo todos los operadores,
argentinos, ingleses y estadounidenses, aportábamos nuestros esfuerzos y
capacidades profesionales, pero esta vez como aliados en la guerra del Golfo
Pérsico. Allí fuimos elegidos por los
norteamericanos para que junto a los ingleses, escoltáramos y defendiéramos
a sus unidades vitales cuando navegaban hacia las costas de Irak, en
las operaciones tendientes a la liberación del Estado de Kuwait por mandato
de las Naciones Unidas.
Recién
llegados a la Base Aeronaval Comandante Espora procedentes de Río Gallegos,
bien a fines de junio de 1982, fuimos recibidos por el Comandante de
Operaciones Navales, Vicealmirante Juan José Lombardo, a quien acompañaban
el Comandante de la Aviación Naval, Contraalmirante Carlos García Boll, el
Comandante de la Fuerza Aeronaval Nº 2 y del Grupo Aeronaval Embarcado,
Capitán de Navío Raúl Rivero, y el Comandante de la Escuadra Aeronaval Nº 2,
Capitán de Fragata Luis C. Vásquez.
La
Escuadrilla está presidida por nuestro querido Comandante durante la guerra,
el Capitán de Corbeta Héctor Alfredo Skare. La Escuadrilla Aeronaval
Antisubmarina fue la primera unidad aérea de combate de las Fuerzas Armadas
Argentinas en operar orgánicamente en el aeropuerto de Puerto Argentino,
llamado Estación Aeronaval Malvinas.
Lo
realizó con una dotación de 23 hombres a cargo de su Segundo Comandante, el
Capitán de Corbeta Julio Covarrubias, desde la operación Rosario hasta el 14
de abril. Las acciones se complementaban entre los dos Trackers embarcados
en el portaaviones y otros dos Trackers con asiento en Puerto Argentino.
Durante
toda la guerra sumó 206 misiones de combate y como Unidad de Tareas realizó
151 misiones de combate entre el 30 de abril (fecha en que comenzó la
detección de la Fuerza de portaaviones inglesa) y el 13 de junio de 1982;
112 misiones de combate con Tracker S2E y 39 misiones de combate con
Bandeirante 111.
En 17
oportunidades (según información extraoficial inglesa) la Flota Inglesa
intentó interceptar a los Trackers, lanzando aviones Sea Harrier
misilísticos; en otras tantas oportunidades los sistemas de defensa
superficie-aire de sus buques fueron alertados para batir a los Trackers y
Bandeirantes, que por las características de sus emisiones eran
habitualmente detectados por MAE y por radar, pero nunca pudieron ejecutar
en tiempo los pasos necesarios para el lanzamiento de sus misiles que sin
duda hubiesen producido numerosas bajas a nuestras aeronaves.
La
Escuadrilla operó como norma “bajo el lóbulo” de los radares enemigos.
Según
recuerdo, no era un procedimiento reglamentario en la Aviación Naval en ese
entonces, sino que era el producto de nuestra iniciativa, del entusiasmo de
todos los integrantes consustanciados con nuestro prioritario deseo de
alcanzar los objetivos, pero en particular del Teniente de Navío Juan José
“Juanjo” Membrana que sensible a las propuestas de los técnicos del Taller
de Electrónica de Espora concitó el interés de oficiales de las unidades de
superficie, de ingenieros y técnicos integrantes o asesores de nuestros
Arsenales Navales y Aeronavales, logrando así nuestro Comando consensuar y
oficializar el uso del analizador de espectro Techtronix, ventaja y
principal figura técnica de nuestra supervivencia y éxito.
La UT
80.2.2 incorporó el 21 de mayo por la noche dos aviones brasileños que
fueron alquilados a la fábrica Embraer de Sao José dos Campos, los
Bandeirantes 111 “Patrulha” P 95, que no son aviones para la guerra sino
para el Control Marítimo en tiempo de paz para zonas tropicales, y el día
siguiente, el 22 de mayo, realizaron sus dos primeras misiones de combate
con tripulaciones en adiestramiento, Cap. Kalauz con el Tte. Fortini y el
Tte. Salvador con el Cap. Goitía.
El 23 de
mayo se realizó una sola misión (Cap. Kalauz y Tte. Fortini), en ella fuimos
el blanco de los cañones de un Skyhawk A-4B, cuyo piloto nos identificó como
enemigo; era el Cap. Pablo M. Carballo de la Fuerza Aérea, quién regresaba
del estrecho de San Carlos después de atacar a la fragata HMS Antelope, él
decidió no disparar y hoy somos amigos. Este modo de operar continuó hasta
la finalización del conflicto que encontró al Elemento de Tareas Bandeirante
(ET 80.2.2.2) con 4 tripulaciones completas y experimentadas.
La UT
80.2.2 ayudó a alistar y a mantener un aeródromo de campaña una vez
desembarcada del portaaviones (el ex Comando de la Fuerza de Infantería de
Marina Nº1, a kilómetros de la ciudad de Río Gallegos, antigua ex Estación
Aeronaval Río Gallegos), desde donde operó de día y de noche con gran
riesgo, mucho esfuerzo y sin inconvenientes hasta finales del mes de
junio.La UT 80.2.2 no tuvo que lamentar pérdidas de personal ni de material
durante el conflicto y su bandera de guerra recibió la condecoración de la
Armada Argentina Honor al Valor en Combate, al distinguirse por destacadas
participaciones en el cumplimiento de misiones de combate.
La
condecoración reza:
Ejecutar
en forma destacada sucesivas misiones de exploración, proveyendo importante
información, bajo condiciones meteorológicas adversas y excediendo los
límites normales operativos.
En lo
personal, siento que a quienes tuvimos el honor de defender a nuestra patria
de una agresión externa de una dimensión política, económica y militar
excepcional, desde la UT 80.2.2 (36 jefes y oficiales, 70 suboficiales
superiores y subalternos y 12 supervisores y técnicos civiles) nos ha
quedado inalterable una sensación de íntima complacencia, básicamente por el
hecho de haber confrontado en perfecta armonía y con medios tecnológicos
comparativamente precarios, pero con absoluto éxito, contra las más modernas
unidades de combate de la Flota de una potencia bélica de primer orden, que
además contaba con el apoyo irrestricto de la potencia hegemónica de
occidente.
Estoy
convencido, asimismo, que el destino del crucero ARA General Belgrano
(también veterano de la Segunda Guerra Mundial) no hubiese sido el que fue
de haber contado la Nación Argentina con la cantidad de medios suficientes
para sostener la capacidad aeronaval antisubmarina embarcada diurna y
nocturna en todos sus grupos de batalla.
Cito las
palabras del señor Contraalmirante VGM (RE) Héctor A. Martini, autor del
libro Historia de la Aviación Naval Argentina, tomo III, pág. 615, en donde
indica que
más del 50% del total del tonelaje
naval perdido por los ingleses durante la guerra (es decir hundidos por las
Fuerzas Argentinas) fue por operaciones concebidas y realizadas por la
Armada.
Lo cito
porque lo considero una sentencia que sintetiza, en ese logro, el
sentimiento, el deseo y el esfuerzo puestos de manifiesto en la excelente
labor bélica realizada por todos los integrantes de la UT 80.2.2 durante
toda la guerra.
Por el
Sr. Capitán de Fragata Aviador Naval (RE) Dn.
Enrique A. Fortini |
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